Recorre la Historia del Pan de Muerto #PanDeMuertoChallenge
Si, como yo, eres amante del Pan de Muerto, seguramente esperas todo el año para que llegue la temporada de Pan de Muerto. Ese delicioso bizcocho con Mantequilla y toques de Naranja/Azahar, que puede volver loco a cualquier persona. ¡Una delicia!
Como sabrás, el Pan de Muerto Chilango, ese que es redondo, esponjoso y azucarado, es sólo una de las miles de versiones que existen a lo largo y ancho del país. Aunque el pan al que estamos acostumbrados en el extinto Distrito Federal es el más común, cada estado, o ciudad, cuenta con una versión específica de este pan. Cada versión está preparada con diferentes ingredientes y formas, mismas que le dan un simbolismo propio al Pan de Muerto.
“Comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola”.
José Luis Curiel Monteagudo, en su libro “Azucarados Afanes, Dulces y Panes”
¿Por qué existen tantas versiones? La respuesta es tan sencilla, como compleja; y es que, el Pan de Muerto surge del sincretismo cultural entre el México Prehispánico y los conquistadores españoles. Y, debido a que, cada región de México contaba (y sigue contando) con diferentes Pueblos Autóctonos, el sincretismo se dio de manera diferente.
¿Conoce la historia del Pan de Muerto?
¡Acompáñanos a recorrerla!
Existen varias versiones sobre cómo era la tradición en las veintenas que se celebraban en honor a Mictlantecuhtli y a Mictlancíhuatl. Pero sí se sabe que, en aquella época, en el México Prehispánico se acostumbraba a realizar sacrificios humanos en honor a lxs diosxs. Se dice que, los sacrificios consistían en sacar el corazón de la persona, para después cubrirlo con amaranto, para ofrecerlo a lxs diosexs. Además, se cree que, la persona que conducía la ceremonia, daba una mordida a ese corazón, en agradecimiento a lxs diosxs.
También se dice que, lxs primerxs pobladores de Mesoamérica solían enterrar a sus difuntxs junto a todas sus pertenencias; pero antes de enterrarlxs hacían una especie de pan, mezclando harina de amaranto con la sangre del muertx,y lo comían en honor al difuntx y a Izcoxauhqui, Cuetzaltzin o Huehuetéotl.
Cuando los españoles llegaron a México, quedaron horrorizados por los sacrificios y la antropofagia que se practicaban en Tierra Azteca, por lo que buscaron nuevas formas de permitir que las costumbres prehispánicas se adaptaran a la ética católica. La primera acción introducir al cerdo en la dieta de los mexicanos, pues su sabor era muy similar a la carne humana (y por eso la cocina mexicana usa tanto el cerdo… ¡provecho!). La segunda acción fue la creación del pan que se convertiría en el Pan de Muerto.
Tomando en cuenta la tradición del sacrificio humano, y la importancia que tenía el corazón en estos ritos, a unas monjas se les ocurrió hornear panes con formas de corazón humano, mismos que cubrían con azúcar pintada de rojo, para simbolizar la sangre del difuntx/sacrificadx.
Con el tiempo, cada pueblo retomó la idea de este pan y lo incorporó con sus tradiciones, creando panes con diferentes ingredientes y características, que se adaptan a sus tradiciones. Hoy en día,existen un sinfín de versiones del Pan de Muerto, siendo la del Pan azucarado la más común. Pero, lo más importante, es que este delicioso pan sigue vigente en nuestra cultura, a pesar de las modificaciones que ha sufrido con los tiempos modernos. Al final, lo más importante es disfrutar del Pan de Muerto y recordar a nuestrxs difuntxs, conservando nuestras tradiciones.